El 13 de agosto de 1727, el Espíritu Santo se derramó en una comunidad de refugiados Moravos y sus protectores Luteranos en Herrnhut (“La Vigilancia del Señor”) en Saxony, Alemania. Cuando celebraban un servicio de comunión, experimentaron un poderoso “Pentecostés”. Este evento cambió radicalmente la comunidad y encendió una llama de oración y misiones que estaría encendida durante décadas por venir. 

Esto marcó el comienzo de un compromiso que hicieron los Moravos de tener una “vigilia de oración” las 24 horas, lo cual continuó sin parar por más de cien años. El 26 de agosto, 24 hombres y 24 mujeres hicieron un pacto juntos para continuar orando en intervalos de una hora cada uno, noche y día. Basado en Levítico 6:13, “El fuego sobre el altar no deberá apagarse nunca”, sintieron que su intercesión nunca debía cesar.

El espíritu de oración tocó no tan sólo a los adultos de la comunidad, sino que también se propagó entre los niños. Los padres y otros miembros de la comunidad estaban profundamente conmovidos por las oraciones de los niños, quienes oraban por reavivamiento y misiones.

Desde ese tiempo en adelante, los Moravos oraban continuamente por reavivamiento y la expansión misionera del evangelio. Sus oraciones por reavivamiento vieron respuesta en el Gran Despertar — un movimiento evangelico y de revitalización que se propagó en la Europa Protestante y en las colonias Americanas en los años 1730s y 1740s. Sus oraciones también llegaron a ser el catalizador de uno de los movimientos misioneros más grandes del mundo.

A medida que continuaban orando y pidiendole a Dios más, no pasó mucho tiempo antes de que el Espíritu Santo los pusiera en acción. Pronto sintieron el llamado de llevar el Reino del Cordero a los confines de la tierra. Sintiendo el llamado a las misiones, los hermanos en la fe enviaron a sus primeros dos misioneros a la isla de Santo Tomás: David Nitschmann y Leohard Dober. Estos jóvenes mostraron una increíble dedicación. Para ganar las almas de los esclavos en Santo Tomás, intentaron venderse en esclavitud. Esto no era legal porque eran blancos, pero con el tiempo encontraron la forma de conocer a los esclavos. Estos misioneros ministraron en las peores condiciones te puedas imaginar.

El líder y protector de este grupo de Moravos perseguidos era el Conde Nicolas Ludwig von Zinzendorf. Él dijo: “No tengo más que una pasión: es Él, Él y nada más. El mundo es el campo y el campo es el mundo; y por lo tanto ese país será mi hogar, el lugar en donde puedo ser de mayor servicio en ganar almas para Cristo.” 

Cuando Zinzendorf  murió en 1760, después de veintiocho años de misión intercultural, la banda original de 300 Moravos había enviado 226 misioneros y entrado a diez países diferentes. Esto constituyó más misioneros de los que el movimiento protestante entero había enviado en más de 200 años. Los Moravos tuvieron una gran influencia sobre John Wesley y William Carey. En muchas maneras dieron vida al movimiento moderno de misiones que ha visto el Cuerpo de Cristo moverse principalmente de un enclave en Europa y Norteamérica para convertirse verdaderamente en un Cuerpo global.